La fe católica, como rama del cristianismo, se basa en una serie de creencias fundamentales que conforman su identidad y guían la vida de sus fieles. Estos principios, conocidos como los Doce Artículos de la Fe, se resumen en el Credo Niceno-Constantinopolitano, un texto que sintetiza las verdades esenciales de la fe cristiana.
I. Creo en Dios Padre, Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra
El primer artículo de la fe afirma la existencia de un solo Dios, eterno, omnipotente y creador de todo lo que existe. Este Dios es el Padre, la primera persona de la Santísima Trinidad, fuente de toda vida y amor.
II. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor
El segundo artículo afirma la divinidad de Jesucristo, el Hijo único de Dios Padre, nacido de la Virgen María por obra del Espíritu Santo. Jesucristo es Dios y hombre verdadero, salvador de la humanidad, que murió en la cruz por nuestros pecados y resucitó al tercer día.
III. Creo en el Espíritu Santo
El tercer artículo afirma la existencia del Espíritu Santo, la tercera persona de la Santísima Trinidad, que procede del Padre y del Hijo. El Espíritu Santo es el que inspira, santifica y guía a la Iglesia, y es quien nos concede la gracia de Dios.
IV. Creo en la Iglesia Católica, una, santa, católica y apostólica
El cuarto artículo afirma la existencia de la Iglesia Católica, fundada por Jesucristo, como la única y verdadera Iglesia. La Iglesia es una porque tiene un solo fundamento en Jesucristo, santa porque está consagrada a Dios, católica porque es universal y apostólica porque se basa en el apostolado de los Doce Apóstoles.
V. Creo en el bautismo para el perdón de los pecados
El quinto artículo afirma la necesidad del bautismo para la entrada en la Iglesia y el perdón de los pecados originales. El bautismo es un sacramento que nos introduce en la vida de la gracia y nos limpia del pecado.
VI. Creo en la resurrección de la carne
El sexto artículo afirma la creencia en la resurrección de los muertos, tanto del cuerpo como del alma, en el día del Juicio Final. Esta resurrección será la culminación de la obra salvadora de Jesucristo y nos conducirá a la vida eterna.
VII. Creo en la vida eterna
El séptimo artículo afirma la creencia en la vida eterna, un estado de felicidad y comunión con Dios que se alcanzará después de la muerte. La vida eterna es la meta final de nuestra existencia y el premio prometido a los que siguen a Jesucristo.
VIII. Creo en la unidad de la Iglesia
El octavo artículo afirma la unidad de la Iglesia Católica, que se expresa en la comunión de fe, de sacramentos y de gobierno. Esta unidad se basa en la unidad de la Santísima Trinidad y en la unidad de la Iglesia con su Cabeza, Jesucristo.
IX. Creo en el poder de la Iglesia
El noveno artículo afirma el poder de la Iglesia, que deriva de la autoridad de Jesucristo y que se ejerce a través del Papa y los obispos. La Iglesia tiene el poder de enseñar, santificar y gobernar, y es la encargada de transmitir la fe de generación en generación.
X. Creo en la infalibilidad del Papa
El décimo artículo afirma la infalibilidad del Papa, es decir, su inmunidad al error en materia de fe y moral cuando habla “ex cathedra”, es decir, con la autoridad de la Iglesia Universal. Esta infalibilidad se basa en la promesa de Jesucristo de estar con su Iglesia hasta el fin de los tiempos.
XI. Creo en la existencia de los santos
El undécimo artículo afirma la existencia de los santos, personas que han vivido una vida santa y que han alcanzado la gloria celestial. Los santos son nuestros intercesores ante Dios y ejemplos de vida cristiana.
XII. Creo en la existencia del purgatorio
El duodécimo artículo afirma la existencia del purgatorio, un estado intermedio después de la muerte para las almas que han muerto en gracia de Dios pero que aún no están purificadas de sus pecados. El purgatorio es un lugar de purificación y preparación para la vida eterna.
Los Doce Artículos de la Fe son la base de la vida espiritual de los católicos. Guían su oración, su moral y su compromiso con la Iglesia. Son un testimonio de la fe en Dios, en Jesucristo y en la Iglesia Católica.
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